El aire fresco en la cara, el sol en mi cuerpo y los sonidos de la ciudad ya lejana. Libertad en el encierro. Rodeada de nada, rodeada de todo, recibo la sana caricia de la plena vitalidad.
La hoja de la suculenta parece que va a partirse. Crecerá, quizás, otra hoja que de la misma luz y el mismo sol saque un raro brote único.
Llega mi gato, mimoso. Franelea, me busca y al fin se posa a pleno sol. ¿Qué busca? ¿Disfutará de lo mismo que yo, qué detalles ve? Unidos los dos en este espacio de salvataje, ¿extrañará, también él, compañía a la hora del mate y las risas?