Los sonidos de la city se sofocan y al fin tengo un respiro. Cada tanto chifla un taladro o un colectivo, pero casi siempre estoy rodeado de silencio. El ruido como opción. De repente todos los pensamientos y todas las sensaciones del universo visitan mi imaginario, dejan su marca y se despiden. Ahora tengo bocas en todo el cuerpo, gritos ahogados en cada célula, besos que todavía no di y palabras que todavía no dije esperando el momento indicado para formalizar una salida.