En esta terraza me viene el recuerdo de mi primera terraza, la de Lomas del Mirador. De lo difícil de su acceso, paso a paso hasta llegar ahí.
Ahora, acá, una escalera caracol repleta de macetas me pone en peligro a cada paso. Conozco bien cada uno de los escalones, pero no me fío de mis piés.

Al fin llego. El premio es grande: ver, desde esta altura, el jardín que me trae el recuerdo de ese espacio amado. Sentir el verde a la distancia.