Hace 2 años tengo una llave sin puerta. Cuando el sol se fue, encontré la puerta que siempre estuvo sobre mi cabeza.
Detrás, una terraza gris descascarada, piso verde, macetas y un toldo. Días después volví a subir. Esta vez, me esperaba cielo, aire fresco, un horizonte amplio. El sol.
Pongo música, me siento, y cuando cierro los ojos, llega el aroma a bizcochuelo, la sensación de la luz atravesándome: soy otra vez chiquita, estoy sentada junto a mi abuela en la cocina, ella me mira y yo la miro. Su sonrisa es puro amor.