La brisa mueve mi pelo revuelto, como mi cabeza, mis ojos y el nudo. Se agolpan las lágrimas, estoy sola, se desarma mi armadura y los recuerdos me llenan.
Una mesa, un sillón y un sofá que usábamos cuando éramos tres y ahora están tapados, como cuando se baja un telón al finalizar la obra. Son suvenires, que atestiguan lo que fuimos y no somos, no fue, por si quieren descubrirlos.
Cae el Sol, llega la Luna. Se fue él y ella puede verse. Fuera nudo, tengo que entrar, hace frío, se va a despertar, me va a llamar y mamá no llora.